La cantante estaba visiblemente nerviosa.
- ¿Cuanto falta para las ocho? -.
La rubia estaba sentada con las manos y las rodillas juntas, como quien espera en la consulta del médico. Su amiga respondió con voz cansina.
- 10 minuuuutos... Oye, te noto algo... Nerviosa, ¿no? -.
- ¿Yo? ¿Nerviosa? No sé porque dices eso... -.
Por supuesto, su frase había sonado poco convincente. La mirada de las amigas se cruzaron. La de Samantha era una mirada divertida, la de Avril era una mirada de disimulo.
- Venga Av, te conozco... -.
- ¿A qué te refieres? -.
- ¡Venga ya! ¡Vi como mirabas a Gonzalo anoche! -.
- ¡¿Qué?! -.
La cantante se levantó y fingió estar ofendida, pero una vez más no lo consiguió.
- Venga Av, no lo intentes. Eres cantante, no actriz. -.
- ... -.
- Oye, que no tiene nada de malo eh... -.
- ¿Cómo? -.
- No se Av... Él también te miraba de una manera especial... -.
- ¿Ah, si? -.
Intentó parecer desinteresada, una vez más, sin éxito.
- Claaaaaaro... Y tú no te distes cuenta... -.
- Pues, bueno, yo... -.
- Venga Av, no seas tonta... Sabes que a mi me lo puedes contar... -.
- ¡Pero es que no hay nada que contar! Estoy casada, no hay más. -.
Samantha se reprimió un comentario sobre Deryck que podría haber herido a su amiga. Avril lo notó y se apresuró a cambiar de tema.
- Además, te pregunto porque no me gusta esperar, ya lo sabes. Bueno, ¿has pensado ya donde vamos a ir? -.
En ese momento sonó el timbre. Avril, que había estado de pie andando de un lado para otro, se quedó inmóvil mirando a la puerta. Su amiga disfrutaba con la escena.
- ¿No vas a abrir...? -.
- S... Si, claro... Voy... -.
Avril se encaminó hacia la puerta y respiro varias veces. Giró el pomo y abrió la puerta.
Allí estaba él.
La rubia no pudo evitar abrir bien los ojos al verle. No parecía él. O al menos no se parecía al Gonzalo que ella había conocido la noche anterior. Había sustituido los formales zapatos negros por unas zapatillas Converse blancas con dibujos negros y líneas rojas. También había dejado los feos pantalones de chaqueta por unos vaqueros negros con algunos descosidos en algunas partes. La seria camisa con el escudo del Madrid había sido sustituida por una camisa blanca con algunos dibujos negros, y solo cerrada por 3 botones, dejando a la vista la camiseta roja y blanca que llevaba bajo la camisa. Lo único que no había cambiado era su pelo (seguía tan despeinado como siempre, aunque ese peinado le quedaba muy bien) y, sobre todo, su mirada, esa mirada que Avril recibió al abrir la puerta y que la hizo fundirse por dentro. Como la cantante no decía nada fue Gonzalo el que habló.
- Espero no haberme adelantado, jejeje... -.
La cantante esbozó una sonrisa, al principio tímida, que se fue agrandando poco a poco.
- No... No... Vaya, si que cambias con otra ropa... Estás muy guapo. -.
- ¿Yo guapo? Mmmm... Deberías mirarte al espejo. -.
Contestó el muchacho con una sonrisa pícara a la que siguió un guiño de ojo. Avril ya podía sentir como se derretía por dentro, pero el comentario de Gonzalo no iba falto de razón. La cantante iba realmente guapa. Gonzalo sonrió para si mismo. ''¿Que te esperabas idiota? Una tía tan guapa va a seguir siéndolo toda su vida... Pero joder, es que hoy va demasiado guapa... Dios, ¿por qué no te habré conocido antes...?''.
- ¿Quieres pasar...? -.
- Oh si, claro. -.
Los dos pasaron al interior de la casa, donde ya aguardaba Samantha de pie para recibir al chico con 2 besos. Intentó tartamudear lo menos posible.
- H... ¡Hola! -.
Ambos se saludaron.
- Bueno, ¿nos vamos? -.
- Espera Av, tienes que enseñarme lo de la cocina. -.
- ¿Ehn? ¿El qué? -.
- Si mujer, eso de... -.
Samantha hacía señales a la espalda de Gonzalo, señalando la cocina. Su amiga comprendió.
- Ah si, claro, lo de la cocina. Vamos. Espera aquí un momento Gonzalo. -.
- Claro claro... -.
Las dos amigas entraron en la cocina y cerraron la puerta tras ellas.
- ¿Se puede saber que te pasa? -.
- ¡Joooder con el futbolista! ¿Has visto como se ha puesto? -.
- Si, claro que lo he visto, tengo ojos. -.
- Pues úsalos rubia, porque se ha puesto así para ti... -.
- ¡¿Pero qué dices?! Anda, vámonos ya, que se va a pensar que estamos idiotas. -.
- Entonces, ¿me quedo yo con él? ¡Es que me pone a mil! -.
El comentario no le gusto a Avril, que se limitó a mirar a su amiga entornando los ojos. Samantha sonrió y las dos salieron de la cocina.
- Bueno, vamos. -.
- Vaya, tienes una casa preciosa. -.
- Muchas gracias... Jejejeje... -.
La sonrisa de Avril era como la de una adolescente nerviosa.
- Bueno, ¿llamo a un taxi? -.
- No tranquilo, hoy tenemos chofer. -.
Avril abrió la puerta y los 3 salieron de la casa. Allí aguardaba una limusina con el conductor esperando fuera.
- Jooooder... ¿Sabes? Creo que podría acostumbrarme a la vida del cantante. -.
- Jajajaja... Anda, vamos. -.
Los 3 entraron en la limusina, que por dentro se antojaba mucho más espaciosa de lo que parecía por fuera.
- Joder, entre el champagne, las copas, y los cristales tintados, aquí uno podría montarse una buena fiesta... -.
- Jejeje... Ni te lo imaginas... -.
Las palabras habían salido más como un pensamiento interno que como otra cosa. Era Samantha la que había hablado. Avril y Gonzalo se giraron sorprendidos a mirarla, y se avergonzó rápidamente de su comentario.
- Es solo... Bueno... Una broma... -.
Gonzalo aguantaba la risa mientras Avril la miraba con una ceja levantada.
- ¿Se puede saber... qué has hecho... en mi limu... -.
Toc toc toc. Todos se giraron hacia delante.
- Señorita Lavigne, a donde vamos. -.
- Salvada por la campana -. Susurró Gonzalo entre risas. Fue Samantha la que habló de nuevo, intentando cambiar de tema.
- Al Sunburn, por favor. -.
- De acuerdo. -.
- ¿Al Sunburn? Hace mucho que no voy por allí. -.
- Si lo se, pero es de los pocos sitios que quedan libres de Paparazzis. -.
Gonzalo recordó lo que había visto en la tele sobre los problemas matrimoniales de Avril y Deryck. ''¿Será verdad? No, no creo... Los del corazón solo saben inventar...''. Meditó durante unos segundos y finalmente lanzó su pregunta.
- ¿Qué tal Deryck? -.
Intentó parecer lo mas desinteresado posible, y por suerte, era mejor actor que Avril.
- Bueno... Bien, con los amigos en la playa. -.
El perfecto rostro de la cantante se había tornado en una expresión seria. Gonzalo sabía que la había cagado con la pregunta, pero no pudo evitar pensar: ''Joder, quizás si que tengan problemas... ¡Pero qué más da que los tengan! Está casada... Tengo que quitarme eso de la cabeza... Pero joder como va esta noche... Y si... ¡No! ¡No! ¡Fuera esos pensamientos! ¡Fuera esos pensamientos!''.
- ¿Y cómo es que os dejan salir por las noches? -.
Avril intentaba cambiar de tema rápido.
- Bueno, en la pretemporada nos dejan bastante libertad... Aunque ya solemos tenerla de por si. Es la dura vida del futbolista... -.
- Si, ya veo... Jajajaja. -.
- ¿De que te ríes? No soy yo el que tiene una limusina... Ejem... -.
- ¿Perdona? ¡Esto me lo he ganado con el sudor de mi frente! Jajajaja. -.
La conversación de ambos recordaba a la discusión tonta de dos enamorados que no hacían más que decir tonterías y reírse.
- El sudor de tu frente y de tu voz, ¿no? -.
- Mmmmm si, algo así... -.
- Bueno, espero que me cantes algo antes de terminar la noche. -.
Había sonado demasiado a la típica frase para ligar. Avril no sabía si lo había dicho enserio o de broma, así que contestó sin pensarlo dos veces.
- Claro, si te portas bien, ya veremos... -.
Se hizo un silencio y ambos se miraron, uno enfrente del otro, olvidándose por completo de Samantha. La mirada de los dos era igual de tierna, acompañada de una medio sonrisa, parecida a la de las parejas antes de darse un beso suave y sincero.
- ............ Jajajajaja. -.
- .... Pffff jajajajaj... -.
Samantha no entendía como habían pasado de la mirada 'pre-beso' a la risa 'pro-borrachera'. ''Las cosas del corazón siempre son difíciles de entender.'' Pensó.
- Señorita Lavigne, hemos llegado. -.
Efectivamente, no había paparazzis, pero si una cola larguísima de coches. Pero no se trataba de coches del montón. Allí estaba lo mejor de lo mejor de las cuatro ruedas. A Gonzalo le gustaban los coches, pero volvió a recordar lo que pensaba de Los Ángeles. ''Un exceso injustificado...''. Ahora estaba a punto de entrar en uno de esos sitios que odiaba. Pero sería capaz de entrar hasta en el infierno para acompañar a Avril. Al menos durante esa noche. Los 3 bajaron de la limusina y se dirigieron a la puerta. Allí se encontraban dos porteros de 2 metros y 100 kilos cada uno, vigilando para que no se colara alguna persona 'Non-grata'. ''Mierda, aquí no me conoce nadie, no me van a dejar pasar.'' Gonzalo sabía que terminaría pasando, en cuanto Avril dijera que iba con ella, pero no tenía ganas de pasar ese mal trago. Sin embargo, no le quedaba otra opción que seguir caminando y esperar como esa mezcla de Pitbull, gorila y persona le paraba los pies. ''Mierda, esto va a ser peor de lo que pensaba.'' Y es que uno de los porteros no había dejado de mirarle desde que estaban a unos cuantos metros de la puerta. Gonzalo pudo ver como le hacía señas al otro portero. Se imaginaba la conversación de 2 Dobermans poniéndose de acuerdo para repartirse a su presa a partes iguales. Al llegar hasta ellos Avril los saludó alegremente.
- ¡Hola Max! ¡Hola Fred! -.
- ¡Hola Avril! Cuanto tiempo sin verte. -.
En primer lugar entró la cantante, seguida de su amiga. Finalmente le llegó el turno a Gonzalo, que avanzó con seguridad. Pero una mano como una sartén de grande le detuvo.
- Un momento. -.
Avril se detuvo en seco y se apresuro a hablar con el portero (ya había previsto que pasaría algo así), pero éste la corto en seco. Los ojos del portero parecían iluminarse por momentos. Gonzalo no sabía como iba a terminar aquello. Finalmente, el portero habló con emoción.
- ¿Podrías firmarme un autógrafo Gonzalo? -.
Al muchacho se le bajó toda la tensión de golpe, y no pudo evitar un suspiro de tranquilidad. Finalmente sonrió.
- Claro que sí. Fred, ¿verdad? -.
- Si. -.
El portero le entregó papel y boli y Gonzalo estampó una dedicatoria. El portero parecía rebosante de felicidad.
- Aquí tienes. Adiós Fred, cuídate. -.
- Adiós, muchas gracias. -.
Mientras los 3 se alejaban Fred leyó en voz alta el papel, ya firmado.
- ''Para Fred, el portero que consiguió acojonar a Gonzalo López ;-). Un abrazo.''
Fred no pudo evitar una gran sonrisa al leer esa dedicatoria.
El local se encontraba lleno. Todo eran celebridades, aunque Gonzalo no conocía a demasiadas. El Sunburn tenía 2 partes. Una zona más tranquila, que funcionaba como bar, y una pista de baile que se asemejaba a una gran discoteca.
- ¿Nos tomamos primero unas cervezas? -. Sugirió Samantha.
- Claro, vamos. -.
Los 3 se sentaron en una de las mesas y pidieron al camarero de turno. Samantha comenzó a examinar a su alrededor y se detuvo al ver a una chica rubia que se acercaba a ellos con aires de grandeza. Avril también se había dado cuenta.
- Dios Av, ¿esa no es... -.
- Paris Hilton. -.
La respuesta no la había dado Avril, sino Gonzalo, cuya cara se había transformado en una mueca de enfado y desprecio. Aun así, la rubia se acercó a ellos y saludé.
- ¡Vaya Avril! ¡Qué alegría verte por aquí! ¿Qué tal todo? -.
- Bien bien... -.
La respuesta de Avril no había podido ser más seca y desinteresada. Sin embargo, la rubia no pareció darse cuenta y posó sus ojos en Gonzalo.
- Vaya vaya, y tú eres... -.
- Nadie, no soy nadie. -.
Gonzalo estaba visiblemente incómodo y enfadado.
- ¡Si si! ¡Tú eres el que juega al deporte ese del balón! ¡Tú eres el del Madrid! -.
A Avril le jodía que su 'amiga' hubiera reconocido a Gonzalo, para que negarlo. El jugador contestó fingiendo sorprenderse.
- Oh, ¡acertaste! Pero yo a ti no te conozco de nada. -.
Gonzalo giró la cabeza un instante y le guiñó un ojo a Avril sin que nadie más pudiera verlo. ''¿Qué está tramando?''.
- ¡Pero como que no me conoces encanto! ¡Yo soy Paris Hilton! -.
La rubia puso sonrisa pícara y se sentó en las piernas de Gonzalo, ante la sorpresa y el enfado de Avril. ''Serás zorra...''. Sin embargo el jugador permaneció impasible.
- Mmmm... Paris Hilton... Lo siento pero no me suena... Bueno, ¿y qué haces aquí, Paris Hilton? ¿Buscando un cerebro? -.
La pregunta causó un estallido de risas en Avril y Samantha. Gonzalo miró a Avril y sonrió, volviendo a guiñar el ojo. Eso era lo que estaba tramando. Sin embargo Paris no entendió el comentario y miró extrañada a Gonzalo, sin levantarse de sus piernas. El jugador continuó.
- No pasa nada, es normal que no lo entiendas... No naciste para entender, ¿eh? -.
- ¿Cómo dices? ¡No te endiento! -.
Avril y Samantha seguían riendo cada vez más. La rubia al final pareció entender y se levantó de las piernas de Gonzalo para irse, pero antes de hacerlo se acercó al oído de Avril.
- Me gusta tu amigo Av, espero que me lo prestes un rato esta noche... -.
Paris se perdió rápidamente entre el gentío. Avril había pasado de la risa al enfado en solo un segundo. ''Zorra... Serás estúpida, pero sabes hacer daño... Ya me jodiste con Deryck, no volverás a hacerlo... ¡Oh Dios! ¡¿Pero por qué hablo como si me gustara Gonzalo?! Dios...''.
- ¿Av, estás bien? -.
Allí estaban otra vez los ojos del muchacho, examinando su corazón. ''Pero como no me va a gustar con esos ojos...''.
- Si si, estoy bien... Es solo que... No aguanto a Paris... -.
- Ni yo... Estuvo con un compañero del equipo, ¿sabes? El muy idiota estaba enamoradísimo, y ella se aprovecho bien de él... Zorra... -.
- Te comprendo... -.
Al fin y al cabo, con Deryck había pasado algo parecido.
La noche transcurrió normal: unas cervezas, buena conversación. Al cabo de un par de horas, los 3 pasaron a la zona de discoteca a bailar un rato. Por suerte para Gonzalo, que odiaba el reggaeton y sus demás variaciones, la música era bastante buena y bailable. La temperatura fue subiendo con la música. Aun así, él no quería aprovecharse de la situación para 'refregarse' un poco. No era de esos, y tampoco consideraba a Avril como una chica de esas. Alrededor de las 4 y media de la noche Avril y Samantha se fueron al baño, con la excusa de hacer 'necesidades de chicas'. Pero el baño de esos locales era mas usado para hablar que para hacer necesidades, y en su caso no iba a ser menos.
- ¿Qué pasa Sam? ¿Por qué me traes aquí? -.
Avril en el fondo lo sabía, pero a veces prefería hacerse la tonta con su amiga.
- Vamos Av, ¡veo como le miras! !Y también veo como te mira! -.
- ¿Otra vez igual? Mira que estás pesada, ¿eh? -.
- Lo que tú digas. Pero si yo fuera tú, no dejaría pasar esta oportunidad. -.
- Pero tú no eres yo. -.
- ¡Y suerte que tienes! Por que si yo fuera tú, ahora mismo no estaría aquí hablando. -.
- A veces olvidas que estás casada, ¿verdad? -.
- Si, son las cervezas, ya sabes.... -.
La verdad es que las dos llevaban un buen punto, aunque lo de Samantha rozaba la borrachera.
- Anda, volvamos dentro, no quiero dejar solo a ''mi hombre''. -.
- ¡Así me gusta rubia! ¡Esa es la actitud! Oye, ¿por qué no te acercas y le dices 'You make me so hot'?-.
- Jajajaja. Estás loca. -.
Las 2 amigas abandonaron el baño y se abrieron paso como podían entre la gente. Al fondo de la sala se encontraba Gonzalo, pero estaba tapado por una chica rubia con un precioso vestido negro, que se podría decir que le quedaba algo corto.
- Mierda, Paris. -.
Avril se fue acercando como pudo. Al principio, parecía que los dos estaban besándose, lo cual hizo que el corazón de Avril diera un vuelco. Pero al acercarse, vio que solo estaban hablando. Aunque según las risas de Gonzalo, parecía una conversación bastante interesante y divertida. Avril por fin llegó hasta ellos.
- Vaya, hola otra vez Paris. -.
Avril se veía claramente seria, incluso algo enfadada.
- Hola Av, que bueno verte... Estaba aquí hablando con tu amigo, es tan majo... -.
- Si... -.
La cantante miró enfadada a Gonzalo. El muchacho sintió que le daban una patada en el estómago al ver la mirada de la cantante.
- Bueno Gonzalo, nosotras nos vamos. -.
- Ah, ¿ya nos vamos Av? -.
- Si, cállate Sam. Bueno, tú puedes quedarte si quieres... -.
- No no, yo también me voy. -.
- Pues vamos. -.
Avril echó a andar sin esperar a su amiga y al muchacho. Gonzalo agarró a Sam y se encaminó detrás de la cantante sin despedirse de Paris.
- No espera, ve tu solo Gonzalo, ahora voy yo, tengo que hablar con alguien. -.
- Ah, ok. -.
Gonzalo continuó andando, esta vez solo, intentando no perder la estela de Avril. ''¿Por qué me ha mirado así? ¿Le habrá molestado que estuviera hablando con la estúpida de Paris? Bueno, eso podrían ser celos... Joder, pero que estoy diciendo... Se me está yendo la cabeza...''. Con sus pensamientos llegó hasta la salida, donde vio a Avril mandando al chofer a por la limusina. Se acercó despacio y se colocó a su lado.
- ¿Estás bien? -.
- Si. -.
La cantante evitaba mirar a Gonzalo y hablaba claramente enfadada, sin disimular.
- No lo parece... Es que ahí dentro, parecía que me mirabas un poco... -.
- No te miraba de ninguna manera. -. Cortó la cantante.
- Enserio Avril... ¿Te pasa algo? ¿He hecho algo? -.
- No, no has hecho nada... -.
- Oye mira... Si es por que estaba hablando con Paris... -.
- No, me da igual. Puedes hablar con quien quieras. -.
''Así que si que le ha molestado que hablara con ella.''
- Bueno... Solo quería decirte... Que si me reía era porque estaba riéndome de ella... Joder, es que es realmente tonta, ¿eh? -.
Avril se sentía feliz por la aclaración, pero intentaba ocultarlo.
- ¿Te puedes creer que le he preguntado su Coeficiente Intelectual y me ha dado su número de fax?-.
Avril no aguantó más.
- ....... ¡Jajajajaja! -.
- Me encanta verte reírte... -.
La rubia miró a Gonzalo por primera vez desde que estaba ahí, y volvió a encontrarse con esos ojos. Notaba como le flojeaban las rodillas.
- Sabes Avril, creo que me he enamorado... -.
La mirada del muchacho iba de los ojos a los labios de Avril, como si pidiera un beso que cada vez necesitaba más. Avril ya estaba a punto de cerrar los ojos y acercar sus labios a los del muchacho.
- ¿Co... Cómo que... Enamorado...? -.
- Si... de tu sonrisa... Creo que me he enamorado de tu sonrisa... jejeje. -.
El muchacho sonrió de forma traviesa. ''¡Estúpida estúpida estúpida!''. Avril se había dejado llevar, y casi había podido sentir los labios del muchacho contra los suyos.
- Vaya... Gracias... jejeje... -.
- De nada guapa... -.
Gonzalo seguía sonriendo de forma traviesa. ''Dios, estoy jugando con fuego, y me voy a quemar...''.
- ¡Ya estoy aquí parejita! -.
- Bueno, pues vámonos, ya llega el chofer. -.
Los 3 montaron en el coche. El camino de vuelta fue tranquilo, hablando de algunos de los momentos más significativos de la noche, como cuando Samantha se resbaló y se agarró al cuello de Victoria Beckham para no caerse. Entre risas llegaron rápido a la casa de Samantha, primera parada de la limusina.
- Bueno parejita, me lo he pasado genial. Tenemos que repetir, ¿eh? -.
- Claro, lo que me faltaba a mí... Jajaja... Anda, mañana te llamo Sam. cuídate. -.
- Hasta mañana rubia, adiós Gonzalo. -.
- Adiós Sam. -.
La morena abandonó la limusina, que volvió a acelerar perdiéndose por las calles. Gonzalo y Avril se habían quedado solos, el uno frente al otro. Ninguno decía nada, pero ambos permanecían mirándose a los ojos. La cantante intentaba aguantarle la mirada, pero notaba como algo saltaba en su interior cada vez que lo miraba a los ojos. Sus cabezas eran un torbellino de pensamientos y deseos. El chofer volvió a hablar.
- ¿A donde le llevo, señor López? -.
Gonzalo no quería irse del lado de Avril, así que se tomó su tiempo para contestar.
- Al Hotel Palace. -.
- De acuerdo. -.
- Espera Jeff. -.
Avril no había dejado de mirar a Gonzalo ni un segundo, y ahora sonreía como una niña traviesa.
- ¿Te apetece tomarte la última en mi casa? -.
''¡Si! ¡Si! ¡Gracias Dios mío! ¡Te prometo que mañana rezaré 10 Ave Marías!''. Eso era lo que Gonzalo había querido oír desde que se montó en esa limusina. Intentó hablar con seguridad.
- Claro... Me encantaría. -.
Avril sonrió y Gonzalo le devolvió la sonrisa.
- Jeff, vamos a mi casa. -.
- Entendido señorita Lavigne. -.
''Esto debe ser un sueño.'' Pensó Gonzalo.
Pero no lo era.