Aquí os traigo la que es la segunda parte de la historia que escribí, ha cambiado bastante pero es como decidí hacerlo. Antes de nada me gustaría que leáis la primera parte, por favor... Espero que os guste, y os pido que lo leáis entero... a mi, por mi parte, me encanta xD
AVRIL LAVIGNE, LET GO 2ª PARTE
Ocho de la mañana, Nueva York.
Avril estaba tumbada en su cama, escuchando Goo Goo Dolls en su mp3 mientras miraba por la ventana. Complicated había sido su primera canción... y ahora habían pasado años ya, muuuchos años... había triunfado, sí señor, e incluso se preparaba para sacar su segundo trabajo, Under My Skin. Por eso estaba tan nerviosa, porque se la venía encima el día de la firma de discos en los grandes almacenes de NY, donde actualmente vivía, alejada de su familia.
- Mierda - Pensó, apagando el mp3 y tirándolo encima de la cama - ¿Por qué estoy tan nerviosa? - Se dijo, y se levantó.
Se dirigió a su armario y sacó unos pantalones de camuflaje y una chaqueta negra, junto a una camiseta blanca de "Dickies". Se vistió y se peinó su pelo, recién teñido, más rubio y con mechas negras, mientras pensaba que iba a sorprender a miles de fans por su cambio. Pero en esos momentos no la importó, solamente pensaba en la firma de discos que debía hacer aquel día.
Bajó las escaleras y desayunó, se preparó unas tostadas y se las llevó al salón, en donde se quedó viendo la tele. Miró el reloj de pared que tenía encima, eran las nueve menos cuarto. No dudó, al poco, en apagar la tele e intentar dormir en aquel cómodo sillón.
- Avriiil... Vaaamos, es hora de levantarsee... ¡Despierta!
Avril abrió los ojos lentamente mientras observaba a un chico que estaba sentado a su lado. Era Evan.
- ¿Qué tal has dormi...
- ¿Qué hora es? - Preguntó nerviosa la chica mientras se quitaba el pelo de la cara.
- Las doce y me...
- ¡¡Vamos!! ¡¡No hay tiempo que perder, tengo la firma de discos dentro de una hora!!
Se levantó de un salto y agarró a Evan, "arrastrándolo" por el apartamento y llevándolo a la calle.
- ¡Taxi! - Gritó él, una vez fuera, mientras se colocaba bien su camiseta, quien Avril había dado de sí de tanto tirar. Los dos se montaron rápido y Avril miró con cara de extrés al conductor.
- ¡¡A Times Square todo lo rápido que pueda, por favor!! - Dijo ella.
- Perfecto - Dijo el hombre.
El coche corría y corría muuuy rápido. Se saltaban los semáforos, iban todo el tiempo en exceso de velocidad, no respetaban las señales, ni tampoco los pasos de cebra. De vez en cuando se oía algún grito de Avril mientras se tapaba la cara, y la respiración nerviosa de Evan mientras oían canciones de los años 60 en la radio.
- Hombre... lo de todo lo rápido que pueda era un decir - Dijo Avril mientras se pegaba un cabezazo contra el cristal del coche - ¡Ay!
- Aquí, ya hemos llegado - Dijo Evan cuando se paró el taxi, dando un frenazo, mientras se levantaba de los asientos traseros, había ido tumbado para no tener oportunidad de caerse.
Avril le dio al hombre el dinero que debía y los dos amigos bajaron del taxi.
Ella se frotaba la cabeza mientras Evan intentaba "encajarse" en la camiseta.
- Me la has hecho grande - Dijo él mirando a su amiga.
- ¿Cúal?
- La camiseta...
- Aaaah - Dijo, riéndose, mientras miraba el reloj de Evan - Allí hay una tienda, vete a comprar una camiseta si quieres... ¡Pero date prisa!
- Voy - Dijo él, echando a correr.
A los cinco minutos salió Evan, con una sonrisa en su cara, y con una camiseta muuuy bonita.
- ¿Qué te pasa? - Preguntó, mientras miraba a Avril con las manos en la cabeza.
- ¡Que ésto no es Times Square! - Dijo la chica, nerviosa - ¿No te das cuenta? Esa tienda no la hay en Times Square. Ni ésa otra. Ni ésa. Ni la de allá. Ni ese árbol en la esquina, ni...
- Vale, vale, tranquila... El conductor debe haberse equivocado.
- ¡Ja! Lo que le pasaba es que estaba borracho, te lo aseguro. Íbamos dando tumbos, Evan...
- Vale. Ésta es... Jounny Street. Pues no sé cómo queda de lejos de Times Square...
Avril comenzaba a preocuparse. Se llevó las manos a la cabeza y comenzó a pensar... ¿qué podía hacer?
- Pues ya nada, colega. Nos demos las prisas que nos demos solamente quedan 30 minutos y estamos a tomar por... estamos muy lejos- Dijo Evan comenzando a caminar calle abajo.
Avril le siguió, mientras recordaba por dónde quedaba Times Square. Finalmente encontraron el camino, pero hubo un momento en el que se despistaron y comenzaron a caminar por una calle extraña y oscura.
- Qué mal rolloooo... qué mal rollooo..
- ¡Evan! ¿Te quieres callar? Cuanto más hables, peor te vas a sentir...
- No sé qué decirte... Si me callo necesito gritar... ¿Has visto esa casa? Tenía un póster de una calavera con sangre encima de la puerta...
- Me gusta esa moda - Dijo ella sonriendo.
- A mí también, Avril, pero...
De repente, los dos se giraron porque oyeron nada más y nada menos que ladridos...
- Ahora por lo que más quieras no grites - Dijo ella, mientras, arqueando las cejas, observaba cómo tres perros enormes corrían hacia ellos, tres perros que iban dejando babas a su paso, de tanto que abrían y cerraban la boca, mostrando sus enormes fauces y el hambre que tenían...
- ¡CORRE! ¡CORRE! - Gritó Evan, que echó a correr callejón abajo.
Avril no tardó en reaccionar y corrió detrás del chico. Pero ¿iban a aguantar así mucho tiempo? Los perros vovlían a ladrar otra vez, hasta que Evan miró atrás y se dio cuenta de que poco más de seis metros les separaban de los chuchos.
- ¡Evan, coño, que no mires, que te entra más miedo, corre, corre, corre! - Gritó Avril, que corría como nunca, sin poder controlar casi ni lo que decía.
- ¡Nos pillan, Avril! ¡Nos pillan!
- ¡Mira, ahí, sube!
Y los dos amigos, como locos, subieron a una pila de cajas amontonadas a un lado del callejón. Eran cajas de la marca de ropa "adidas", enormes, y había tantas apiladas que llegaban a la terraza de unas empresas.
Avril consiguió impulsarse bien y agarrarse a las cajas, seguida de Evan, quien no se agarró a ninguna caja, sino que se agarró a ella.
- ¡Qué morro tienes! ¡Suéltame y agárrate a una caja que me cai... go!
- ¡Va, va, es que no puedo!
Los tres perros ladraban e intentaban subirse a las cajas mientras intentaban agarrar a los dos chicos.
- ¿Qué coño les pasa a estos perros? - Preguntó Evan.
- ¡No sé, lo único que sé es que debemos sunir a esa terraza, por lo que más quieras!
Y los dos se impulsaron, agarrándose caja por caja, hasta llegar a la terraza.
Evan tenía babas en los pies, al igual que Avril. Parecía que en algún momento los perros les habían agarrado por los zapatos (o por las Converse, ya que ellos dos llevaban esos zapatos en esos momentos).
- Tienes un agujero en la camiseta nueva... - Dijo Avril.
- No te pienso volver a acompañar a firmar nada - Dijo Evan sonriente, mientras cojía una caja y se la tiraba a los perros. Éstos comenzaron a aullar, y echaron a correr por donde los habían seguido.
De pronto, cuando Evan y Avril estaban comentando lo que iban a hacer, oyeron ladridos de nuevo.
- ¡Forasteros! ¡Ladrones! ¡Maltratadores de animales! - Dijo un hombre, con una barba que le llegaba por el estómago y una pala en la mano, con nada más y nada menos que seis perros a sus espaldas, bien dispuestos a subir por las cajas... ¡¡Y fue exactamente lo que hivicieron!!
- ¡PARE A ESAS BESTIAS! ¡PÁRELAS! ¡EVAN, CORRE!
Los dos se disponían a correr por la terracita, que comunicaba con viviendas, y en una de éstas, de sorpresa, con los perros pillándoles los talones, se tropezaron con lo que pudo ser agua con tan mala suerte que cayeron por una ventana abierta de una casa.
¿Y a dónde pararon?... A un baño. La bañera de espuma hasta arriba y bien llena de agua era lo que había debajo de la ventana, y a donde los dos amigos fueron a parar, bien metidos, ¡de cabeza! Una señora, de unos cincuenta años de edad, con unos rulos en la cabeza y envuelta en su toalla comenzó a gritar cuando Avril y Evan, semejantes a dos muñecos de nieve por la espuma, seguidos por todos los perros, comenzaron a pasar de uno en uno por la puerta del baño.
- ¡Nunca pensé que me iba a pasar ésto! - Gritó Evan, pasando por el pasillo de la casa, mientras una niña sentada en unas escaleras y comiendo un chupa-chups los miraba perpleja.
Avril abrió la puerta a todo correr y los dos intentaron orientarse y saber en dónde quedaba Times Square. Pasaron por delante de puestos de comida y tiendas de ropa, y en una de éstas, los perros se quedaron comiendo la comida de una carnicería. El dueño de la tienda salió muy enfadado, mientras observava cómo seis bulldogs se comían su sueldo...
- Ayyy... ayyy... No puedo más - Dijo Avril, quitándose la espuma de las orejas.
- Hoy ya me ahorro la ducha... - Dijo su amigo, mientras comenzaba a toser y escupía agua.
- Puaj - Dijo ella, mientras miraba el nombre de la calle.
- Vamos a coger el bus, Avril. Nos queda poco para Times Square.
- Sí, y mejor que nos movamos, los perros ya se han comido todo lo que había de carne en la calle.
Los dos comenzaron a correr dirigiéndose a la parada del autobús, cuando se dieron cuenta de que éste se iba de la parada, se disponía a arrancar...
- ¡No! ¡Espere! - Gritó Evan, intentando acercarse más, pero el auto comenzó a moverse.
- ¿Y ahora qué hace...
- ¡Seguirle! - Dijo Avril, corriendo por la carretera, tirando de Evan, sin saber lo que hacía, detrás de una de las pocas oportunidades que tenía de llegar pronto a la firma de discos.
El bus se alejó, despidiéndose de los dos chicos con una bocanada de humo que los llenó de polvo negro.
Los dos se acercaron de nuevo a la acera después de correr lo que les parecieron años detrás del bus, oyendo miles de pitidos de coches hacia ellos.
- ¿Cuánto queda? - Preguntó Avril, mientras miraba a Evan. Ésta tenía la cara negra entera, y sus ojos azules destacaban por ser tan claros.
Evan pegó un grito - ¡Solamente nos queda un cuarto de hora! Vamos... ¿cómo podemos acercarnos?
- ¡Bicis! ¡Rápido!
Los dos cogieron dos bicicletas de dos chicos que se estaban besando en esos momentos, los que no se enteraron de que les habían robado las bicicletas.
Avril y Evan fueron por Cental Park, tooodo cuesta abajo, hasta que vieron un lago muy pronunciado y largo al fondo de éste.
- ¡Oye, vamos muy rápido!
- ¡Ya!... ¡Frena!
Evan abrió los ojos como platos al comprobar que a la bici no le funcionaban los frenos y que cada vez quedaba menos para llegar al lago del gran parque.
- ¡¡No puedo!! - Gritó.
- ¿Qué?
- ¡Que no puedo!
- ¡Pero mira que eres inútil! ¿No sabes fre... ¡¡Aaaah!! ¡Yo tampoco puedo!
- ¡Oh no!
Y, de pronto, los dos resbalaron con lo que eran excrementos de pájaro, las bicis se empinaron por las ruedas delanteras y cayeron de cabeza al lago.
Avril emergió y respiró con fuerza, mientras observaba la cantidad de patos que estaban picando a Evan y a ella. La gente se había acercado al lago, pensando que era un número humorístico, y algunos turistas sacaban fotos mientras todo el mundo reía.
Cuando salieron fuera, sin parar de correr, olían a cloaca y tenían excrementos de pato por todo el cuerpo, además de barro. Pero, a la vez, olían a babas de perro y al suave jabón que había en la bañera de la señora. Avril ya no tenía pantalones de camuflaje; eran marrones. Y Evan incluso estaba pensando en quitarse la camiseta... La chica se tocó su pelo, enmarañado y completamente sucio.
- Los fans no notarán que me he teñido el pelo algo más rubio ni de coña - Dijo a Evan, con cara irónica.
Caminando y caminando, llegaron a lo que era la entrega de premios, en Times Square... cuando perplejos... se dieron cuenta de que la tienda estaba cerrada.
Entonces se acercó el director de la tienda.
- ¡Avril! ¿Dónde estabas? Te estábamos llamando al móvil para decirte que la entrega se retrasa para una hora... Pero... ¿qué os ha pasado? ¿Qué pintas son ésas? ¿Ése es el ejemplo que da una chica punk y rebelde?
Avril miró furiosa al hombre mientras sacaba su móvil. Imposible que funcionara; tenía golpes y agua dentro, se había estropeado.
- Casi me entran ganas de devolver en un puñetero taxi porque lo conducía un loco... me pierdo en una calle tétrica... me persiguen seis bulldogs y me resbalo en una bañera de una casa que no tengo ni puñetera idea de quién es... persigo un bus para solamente recibir a cambio mierda negra en mi cara... cojo una bici para que no tenga frenos y acabar como un payaso en un puñetero vertedero de agua... llego aquí, y me dicen que no hacía falta llegar tan proonto, no... tanta molestia para nada... - Avril sonrió forzadamente y respiró. Parecía que se había tranquilizado - ¡¡PERO NO SOY REBELDE, Y MUCHO MENOS PUNK!!
Avril saltó encima del hombre y comenzó a morderle, llenándole de porquería... mientras Evan y algunas personas más inentaban quitarla de encima del hombre.
Sin duda... un día que Avril y su amigo Evan nuuuunca olvidarán, por mucho que lo intenten.
Espero que os haya divertido!! Gracias por leerlo
