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« en: 06 de Junio de 2009, 03:20:37 pm »
El avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles a las 9 de la mañana, hora local. No iba a ser fácil acostumbrarse a la diferencia horaria entre España y la costa Oeste. Gonzalo fue el primero en descender las escaleras del avión y pisar tierra firme. Llevaba 15 horas metido en aquel Airbus A380 de American Airlines, y necesitaba respirar aire fresco. Tras él bajó toda la plantilla del Real Madrid C.F.; algunos (los más veteranos) con cara de sueño, otros (los más jovenes) con cara de ilusión. No era para menos. El Real Madrid había ganado las 3 competiciones mas importantes (Liga, Copa y Champions) durante 2 años seguidos, y algunos ya lo calificaban como el mejor equipo de la historia del futbol. Ahora, en pleno mes de Agosto, iban a realizar la Pretemporada en Los Ángeles, la ciudad de las estrellas. Quizás a eso se deba el entusiasmo de los más jovenes, pensó Gonzalo, pero él no conseguía compartir ese entusiasmo. Había ganado el Balón de Oro que le acreditaba como mejor jugador del mundo durante 2 años seguidos, y con sólo 23 años ya era el referente del club madridista, no solo por ser el máximo goleador de Europa 3 años seguidos, sino por su comportamiento modélico, su deportividad y su capacidad de entrega y sacrificio. Pero a él no le gustaban los lujos. De hecho, odiaba todo lo que tenía que ver con los excesos injustificados, y Los Ángeles era, para él, un exceso injustificado. Está claro que la Pretemporada tenía mas fines económicos que deportivos, y por eso sabía que su cara no iba a poder cambiar a lo largo de las dos semanas que le quedaban por delante. A él le apasionaba el futbol, pero cada vez odiaba más el mundo que lo rodeaba. Solo, con 23 años, lejos de su verdadera casa y sin mas fin que correr detrás de una pelota, Gonzalo tenía, cada vez mas, esa sensación de que le faltaba algo para ser feliz...
No muy lejos de allí, en una lujosa mansión, sonaba el despertador. Una mano pequeña, delicada y con una alianza se deslizó entre las sábanas, tanteando la mesilla en la que se encontraba el despertador. Finalmente consiguió apretar el botón y silenciar al aparato. La figura permaneció tumbada boca abajo en la cama, arropada por unas sábanas blancas, mientras su brazo izquierdo comenzaba a tantear el otro lado de la cama. Estaba vacio. Avril Lavigne suspiró y se revolvió entre las sábanas, quedando ahora boca arriba, mirando fijamente el techo. ''¿Cómo ha cambiado tanto mi vida?'', pensó. La gente suele pensar que una persona rica y famosa, solo por el hecho de serlo, ya es feliz. ''No saben cuanto se equivocan...'' pensó la cantante, mientras reia amargamente. Se levantó de la cama y se dirigió al cuarto de baño para echarse un poco de agua por la cara. Mientras se colocaba como podía su cabello rubio platino pudo ver una nota adosada a una esquina del espejo. ''Av, salgo con los chicos a hacer unas compras, nos vemos para comer. Deryck.'' Avril leyó la nota 2 veces y volvio a mirar al hueco vacio en su enorme cama de matrimonio. Después arrojo la nota a la papelera y salio del cuarto. Bajo despacio las escaleras recordando como, los primeros meses de vivir alli, las bajaba casi saltando, feliz, para prepararle el desayuno a su marido. Ahora todo había cambiado. Se despertaba mas días sola que acompañada, y podía pasarse dias enteros sin salir de casa. Pero ella necesitaba moverse, salir, reir, cantar, todas las cosas que hacía antes. Quizás su padre tenía razón cuando le dijo que ''casarse tan joven no es lo mejor'', pero cuando lo hizo estaba realmente enamorada de Deryck. Ahora él pasaba mas tiempo con sus amigos que con ella, y eso parecía no preocuparle lo más mínimo... Para despejarse de todos sus pensamientos encendió el televisor de pantalla plana, y se acomodó en el sofa mientrás toqueteaba el mando en busca de las noticias. Cada mañana le gustaba ver las noticias para estar bien informada de todo lo que sucedía en el mundo. Odiaba la gente que pensaba que los famosos eran tontos y no sabían de nada... Finalmente se encontró con las primeras noticias en la FOX y dejó el mando en la mesilla. Un locutor hablaba mientras se mostraban las imágenes de una veintena de hombres, todos vestidos con el mismo traje, bajando de un avión. El titular rezaba ''Última hora: el Real Madrid llega a L.A.''.
- ¿Futbol? ¿En Los Ángeles? Vaya tonteria... -. Dijo Avril, exteriorizando su pensamiento. Nunca le había gustado el futbol, y nunca había entendido como unos cuantos tios detrás de una pelota podían levantar tanta expectación, pero estaba al corriente de los éxitos del Club Español debido a la gran cobertura que se le daba en Los Ángeles a la Liga Española, cosa que ella no lograba entender. Mientras pensaba esto, el reportero se acercó a uno de los jugadores que, aunque joven, parecía llevar las riendas del equipo. El muchacho ya se veía alto y resuelto incluso en la televisión, pero no tenía los 'aires' de los deportistas famosos. Perfectamente podría haber pasado por una persona normal que no era el ídolo de todo un país. Sin embargo, Avril pudo notar, incluso por el televisor, que tenía una mirada profunda que lo hacía más atractivo. La joven tuvo que sacudir un poco la cabeza para despejarse de esos pensamientos, y el reportero comenzó sus preguntas. ''Genial, ahora le saldrá el macho que lleva dentro...'' pensó Avril.
- Gonzalo, ¿está contento por el nuevo 'Balón de Oro' que le premia como mejor jugador del Mundo?-.
Al oir esto Avril no pudo dejar escapar una risa burlona. Le parecía realmente ridícula la expresión 'Balón de Oro'. El jugador se acercó al micro sin cambiar un apice su expresión y dijo:
- En realidad, estaré contento cuando dejeis de preguntarme sobre futbol... -.
Dicho esto, el jugador se alejó dejando al reportero plantado y sorprendido. Avril también se había sorprendido, tanto por su perfecto Inglés (algo raro en un futbolista Español), como por su sorprendente respuesta. No era lo normal, desde luego.
- Después de todo, va a haber deportistas con cerebro... -.
Volvió a tomar el mando y apagó la tele; ya había visto bastante.