Último capítulo...
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Se colocó frente al marco, agarró el pomo y lo giró con suavidad, intentando parecer lo más segura posible. Pero en el fondo sentía miedo. Examinó a la persona que había llamado a la puerta. Se tomó unos segundos para hablar.
- ¿Por qué has vuelto, Deryck? -.
Había tristeza en los ojos del chico.
- Av... Perdóname, por favor... Haré lo que sea... Por favor, yo te quiero... -.
- Habértelo pensado antes de follarte a ''miss culo bonito''. -.
- Joder Avril, escúchame por favor. -.
- No... -.
Avril buscaba fuerzas para no echarse a llorar allí mismo.
- No quiero seguir escuchándote más Deryck. -.
Avril intentó cerrar la puerta pero su marido se lo impidió.
- Pues tendrás que escucharme en algún momento. -.
- Pues no será ahora. -.
Volvió a intentar cerrar la puerta, pero Deryck fue más rápido y entró en la casa a tiempo.
- Joder Av, la he cagado, lo se, pero yo te quie... -.
Deryck detuvo la mirada en una persona que no había visto antes. Sus miradas se cruzaron. Un rostro familiar permanecía de pie a unos metros de él con gesto impenetrable. Tardó unos segundos en reconocerle, y apenas unas milésimas para sorprenderse.
- ¿Qué haces en mi casa? -.
- ¡También es mi casa! -. Repuso Avril enfadada, colocándose entre Deryck y Gonzalo, que permanecía callado.
- ¡¿Que?! ¿Le has invitado tú? -.
- ¡Si! ¿Te supone algún problema? -.
El chico no podía estar más sorprendido. No entendía nada, y su mirada se paseaba de Avril a Gonzalo, buscando una respuesta. En apenas un instante todas las piezas del rompecabezas encajaron. Su mirada se clavo en la de la cantante, y rápidamente supo que sus sospechas eran ciertas. Volvió a mirar fijamente a Gonzalo sin ocultar su enfado.
- Tú... ¡Hijo de Puta! -.
Deryck corrió hacia Gonzalo y le dio un puñetazo en la mejilla. La rapidez del golpe había hecho que Gonzalo estuviera a punto de caer, pero consiguió mantenerse en pie, frente a Deryck, mientras su mejilla sangraba. Éste parecía estar preparándose para asestarle un 2º golpe a Gonzalo, pero Avril lo retuvo entre lágrimas.
- ¡No! ¡Estate quieto! -.
- ¡¿Te lo estás tirando verdad?! -.
Deryck se había encarado ahora con Avril, que retrocedía lentamente mientras su marido se acercaba a ella.
- ¡Contesta zorra! -.
El chico levantó la mano y abofeteó a la cantante con rabia, tirándola al suelo. Avril permanecía tumbada en el suelo sin dejar de llorar, y Deryck estaba listo para darle una patada en su abdomen, pero el puño recibido en el costado le hizo tumbarse y doblarse de dolor. Entre lamentos de dolor pudo distinguir a Gonzalo levantando a Avril y sentándola en un sillón. El futbolista se acercó a él, lo agarró de la camiseta y lo levantó como si se tratara de una pluma, y con la misma facilidad lo empujó contra la pared más cercana. Se acercó a él y le habló en un susurro.
- ¿De verdad quieres pelear con un deportista profesional que te saca dos cabezas? -.
Gonzalo seguía sangrando de su mejilla, y Deryck aun tenía problemas para respirar por el puñetazo recibido en el costado. El futbolista se acercó a un más a él.
- Y ahora, si no quieres que te reviente el otro costado, lárgate. -.
Deryck no necesitó que se lo dijeran dos veces, y se apresuró a abandonar la casa mientras se agarraba el costado herido. En cuanto se hubo ido, Avril se levantó y corrió hacia Gonzalo. Ambos se fundieron en un abrazo y permanecieron así varios minutos, sin necesidad de decir nada. Avril podía notar la sangre de la mejilla de Gonzalo, al igual que éste podía notar las lágrimas de la chica, pero prefirieron mantenerse en silencio, disfrutando de aquel abrazo, que en ese momento era lo más importante del mundo para ambos. Al cabo de un rato Avril habló, preocupada.
- Estás sangrando. -.
- Tranquila... Se me pasará... ¿Tú estás bien? -.
Avril volvió a abrazarse a Gonzalo con más fuerza.
- Si... Ahora si... -.
- Me alegro... -.
Gonzalo acariciaba y besaba su pelo con cariño. Avril se acercó un poco a su oído y susurró:
- Te quiero... -.
Se hizo el silencio durante unos segundos. Gonzalo se apartó un poco para poder mirar los ojos de la chica. Ahora sabía que eran los ojos más bonitos que había visto nunca. Sin dejar de mirarlos susurró:
- Te quiero... -.
Se acercó a ella y la besó con suavidad, intentando saborear aquella sensación de felicidad que recorría sus cuerpos en ese momento...
Dos hombres hablaban en un callejón oscuro.
- ¿Podrás hacerlo? -.
- Joder, te he dicho que si. -.
- Bien. -.
- Pero te saldrá caro. -.
- No me importa, haz el trabajo y luego hablaremos del dinero. -.
- Entendido. -.
- Bien, ahora lárgate. -.
Uno de los hombres se marchó. El otro permaneció allí, de pie, pensando en como iba a saberle la victoria.
7 de la mañana. La luz del sol ya ilumina la habitación de Avril Lavigne. Había sido la mejor noche de su vida, y ahora permanecía tumbada junto a un hombre al que había conocido apenas una semana antes, pero al que quería como nunca había querido a nadie. Gonzalo estaba dormido con la cabeza de Avril en su hombro, mientras ella acariciaba su pelo con cuidado para no despertarle. Desde que le había conocido había sentido algo especial, desde que se fijó en aquella mirada. Ahora sabía que no podría separarse de él nunca. En unos días había sentido más por él que por Deryck en toda su vida. ''Esto debe ser lo que llaman amor'' pensó mientras sonreía. Gonzalo se despertó poco a poco y se fijó en la chica rubia que se encontraba a su lado. Tardó unos segundos en reaccionar. Parecía sorprendido.
- O sea... Que... ¿No ha sido un sueño? -.
Avril sonreía aun más.
- Jajajaja... No... No ha sido un sueño... -.
- ¿Estoy muerto y esto es el cielo, verdad? -.
- Jajajajaja... Idiota... Aquí no se va a morir nadie... -.
Gonzalo le devolvió la sonrisa a Avril y la besó suavemente. Fue recurriendo su cuerpo desnudo con la yema de su dedo, haciendo que la chica se encogiera o sintiera cosquillas según la zona. Gonzalo nunca se había sentido tan feliz en su vida.
- No me cansaré de ti nunca Av... -.
La chica lo miraba fijamente, sintiendo aquella mirada una vez más.
- Me alegro... Porque yo tampoco me cansaré de ti nunca... -.
Ambos volvieron a besarse cuando un teléfono móvil los interrumpió. Era el de Gonzalo, que descolgó sin demasiadas ganas.
- Si... Si... Ahora mismo voy. Venga, hasta luego. -.
Colgó.
- ¿Qué pasa, te vas? -.
La cara de disgusto de Avril divertía a Gonzalo.
- Si... Tengo que irme, pero solo unas horas, hay entrenamiento... -.
- Vaya... ¿Cuando terminarás? -.
Gonzalo intentó poner cara de interesante, aunque no le salía demasiado bien.
- Bueeeeno... Podría hacerte un hueco para la hora de comer... Anulando una de mis citas anteriores claro... -.
- ¡Imbécil! -.
- Jajajaja... ¿Te vengó a buscar a las 2 y nos vamos a comer por ahí? -.
Ahora era Avril la que tenía cara de interesante.
- Mmmmm... Bueno... Quizás tenga un hueco en mi ag... -.
Gonzalo calló a Avril con un beso. Al separarse añadió con sonrisa pícara.
- A las 2 entonces... -.
- Aquí estaré... -.
Ambos se abrazaron durante largo rato.
- Anda... Vete o no llegarás... -.
- Vale... -.
El chico se levantó y se vistió. Salió del cuarto y bajó las escaleras que llevaban a la 1ª planta. Comenzó a buscar por el salón sus zapatillas. Sabía que las había dejado por allí, pero no estaban.
- ¿Buscas esto? -.
Gonzalo se giró. Avril enseñaba un par de Converse azules.
- Quizás... -.
- Pues si las quieres... Tendrás que ganártelo... -.
El chico se acercó a ella, le quitó las zapatillas y las tiró mientras besaba a Avril.
- Es una táctica algo mala para que te de un beso, ¿no? -.
- No se me ocurría otra... -.
- Claro... Jajajaja. -.
Gonzalo se puso las zapatillas y caminó hacia la puerta junto a Avril. Antes de abrir, el chico se acercó a ella y le susurró al oído.
- Cuando quieras un beso, solo pídemelo. -.
Gonzalo le dio un pico suave a Avril y abrió la puerta. El día ya estaba soleado y la temperatura era perfecta. Abandonó la casa con una increíble sensación de felicidad. Se giró y vio a Avril aun en el marco de la puerta. Se detuvo por unos segundos para contemplarla mejor. No podía estar más guapa que en ese momento, con el sol reflejándose en su rubio cabello. No pudo evitar sonreír. Avril le devolvió la sonrisa. Gonzalo volvió a girarse y continuó andando. De repente tuvo una extraña sensación. Un mal presentimiento. Un movimiento en un seto cercano. Un ruido extraño. Estuvo a punto de detenerse. Pero alguien se movió más rápido. Una sombra salió del seto. Lo último que pudo ver fue a un hombre con el rostro cubierto corriendo hacia él. Lo último que pudo sentir fue la hoja de un cuchillo clavándose a lo largo de todo su vientre. Lo último que pudo escuchar fue el grito y el llanto de una chica que se acercaba a él...
Luego, oscuridad.